La exhibición Nimio de la artista chilena Catalina Matthey, nos presenta cien telas blancas de 25×25 cm c/u, las cuales conforman un gran lienzo de 3×3 metros aproximadamente. Cada tela está bordada con palotes verticales, repitiendo el signo uno al lado del otro y formando hileras paralelas de modo escritural.

El palote, en sí, posee un significado temporal, el cual realzado por su reiterada ejecución, pone en evidencia el transcurso del tiempo. Tal re-exhibición de un signo que es completamente funcional —y que por lo tanto no tiene un aspecto estético independiente de ese oficio que cumple— coloca la apariencia por encima de su función cuestionada.

El blanco de los lienzos sobre el blanco de las paredes, que nos da –en primera instancia- la impresión de que la sala está vacía,refuerza la anestesia producida por la repetición, al igual que lo cotidiano y trivial del bordado y nos habla, además, de la intimidad desde la manualidad.

La obra se vuelve un ejemplo de lo pulsional, del paso del tiempo, del placer inútil de pasar el hilo, por la tela, una y otra vez.