La exhibición Priaprismo Citadino de la artista chilena Isidora Bravo, propone una serie de esculturas y serigrafías que ponen en escena no tanto la destreza fálica masculina sino el punto en que los ideales asociados a ella -virilidad, potencia, erección, posesividad, agresión– se convierten en fuente de vergüenza, enfermedad o delirio.

A través de un cuerpo de obra que retoma materiales y motivos que la artista ha venido trabajando hace varios años –pelos y chicles, pero también imágenes, frases y artefactos vinculados al imaginario porno–, interroga esta vez los modos en que la demostración de la potencia masculina, metaforizada en la figura del militar y algunos edificios icónicos del mundo, se enfrenta a su propio patetismo.

La aproximación a la sexualidad y sus diversos imperativos tiende a eludir el tono normativo y moralizante, para abrir en cambio una zona donde el humor, el cliché y la explicitud se vuelven vías de acceso privilegiadas para pensar los modos en que la sexualidad depende, cada vez, de las identificaciones, deseos y formas de relación con el placer y el poder.