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Cut Out Worlds
Santiago, Chile, 2017
Diálogo virtual entre Nathalie Goffard y Lilly Lulay
En el marco de la exposición Cut Out Worlds, Una investigación sobre infraestructuras de fotografía, de Lilly Lulay, la teórica del arte y ensayista Nathalie Goffard, realizó un diálogo virtual con la artista visual alemana.
Goffard reseña: Como punto de partida, Lilly me envió un video que forma parte de una serie que denomina moving collage. Se trata, tal como lo indica el título, de registros audiovisuales de collages realizados a modo de work-in-progress. Estos moving collages se articulan a partir de secuencias aditivas (Estambul) o sustractivas (Santiago) de diferentes capas hechas de fragmentos de fotografías de las ciudades. En el caso de Santiago, vemos como las capas acumuladas se van quitando sucesivamente de forma manual, desde el marco que contiene todas las impresiones superpuestas hasta la capa número cero. Sería algo así como un photoshop artesanal y en movimiento.
N.G. ¿De dónde sacas el material fotográfico?
L.L. Las imágenes son fruto de una colaboración ya que las fotografías son entregadas por habitantes o visitantes de una determinada ciudad, combinadas con las fotografías que yo mismo saco porque me interesa justamente tener otras visiones.
N.G. Te pregunto esto, no tanto porque me interesa el problema de la autoría, sino porque siento, que la toma de distancia con respecto a las imágenes que uno crea versus las que uno se apropia, no es exactamente igual. Cortar lo propio siempre es un ejercicio más problemático.
L.L. Sí, cuando recién empecé a trabajar con el collage trabajaba esencialmente con imágenes apropiadas, tanto digitales como compradas en ferias persas. Las imágenes del ámbito privado me interesan porque funcionan como una suerte de llave que “abre la puerta” a los recuerdos de una persona. Sin embargo, existe una tensión entre las cosas mostradas en la imagen y los recuerdos ocultos que no aparecen en ella. Cuando se toma una fotografía es para mostrar algo, pero siempre hay una discrepancia entre lo que se quiere mostrar y lo que la fotografía efectivamente muestra. Hay una especie de “inconsciente de la fotografía” en el campo de la fotografía privada y vernácula. En el video, combino fotos apropiadas y sacadas por mí, porque me interesa mostrar la ciudad desde múltiples puntos de vista. Entiendo este proyecto como un trabajo colaborativo, en el cual los demás me entregan sus propias visiones de la ciudad.
N.G. ¿Es posible aún tener múltiples puntos de vista? Pareciera, que ya todo ha sido fotografiado mil veces. Pienso, por ejemplo, en la colección de puestas de sol bajadas de Flickr de Peneloppe Umbrico o las superposiciones de fotografías de monumentos de Corinne Viannet. Al final, por alguna razón, todos sacamos las mismas fotos, y aunque hayamos visto mil veces imágenes de la Torre Eiffel, una vez ahí, la sacamos de nuevo. Parece entonces que no importa tanto la imagen, sino la experiencia misma que complementa la experiencia.
L.L. Claro eso pasa con la fotografía turística, pero aquí, yo busco más bien lugares cotidianos. Uno nunca visita los monumentos cuando habita la ciudad. Pero claro, la experiencia fotográfica parece haber colmado todos los ámbitos de la experiencia.
N.G. Pienso en las Selfies en los museos, ya ni siquiera se fotografía la obra sino “yo delante de ellas”. Ya no se vive sin fotografiar y postear. “Fotografío luego existo” todos parecemos tener una doble vida, en real y en foto.
L.L. Sí, Sherrie Tucker habla de ello, de que solo importa la huella, la certificación de que “estuve ahí”. Hoy en día vivimos en un mundo donde si algo no ha sido fotografiado y compartido, parece no existir. Lo necesitamos para confirmar nuestra presencia y lugar. Esto se vincula con el pensamiento constructivista: la realidad en sí misma no existe, somos nosotros quienes la creamos a través de nuestras experiencias e interacciones con el mundo que nos rodea. Más las personas comparten una misma información o visión sobre un determinado tema, más impacto e importancia va a tener. En las redes sociales, el impacto se traduce en la cantidad de likes o corazones.
N.G. Es lo que André Gunther llama la fotografía conversacional, hecha para ser compartida y exhibida. A propósito de esto, tu naciste en 1985, es decir que has vivido la mayor parte de tu vida con la fotografía digital. ¿Cuál es tu recuerdo y relación con la fotografía análoga?
L.L. La fotografía familiar de vacaciones cuando era pequeña. Pienso también en una fotografía en blanco y negro de mi abuela y su hermana que estaba exhibida en el living de su casa. Esa fotografía era probablemente la única fotografía que existía de la infancia de mi abuela. Las fotografías antes eran escasas en la vida de una persona y no se necesitaba registrar cada uno de los momentos de la vida. Estaban hechas para durar, incluso para sobrevivir al retratado.
N.G. De hecho, se ve en tu trabajo una reiteración de cortes limpios y formas geométricas.
L.L. Claro, tanto en mis esculturas como en mis collages, utilizo formas simples para llevar las imágenes a la abstracción, para redoblar el gesto de recorte. Mis recortes siempre siguen el contenido, las líneas y formas presentes en la imagen. Recorto las partes que me parecen menos importantes para focalizar la mirada, es algo así como re-fotografiar. Por otro lado, también me interesa la sombra, como se puede ver en las pequeñas esculturas que complementan la exposición. Quiero hablar de lo que no se ve, de las huellas que vamos dejando.
Me pregunto que es lo que pasa con todas las cuentas que creamos, en las redes sociales, nuestros e-mails, etc. ¿Qué pasa con todo eso cuando uno se muere? Planteo esta idea de residuos en el lienzo Digital Dust, es decir polvo de imágenes. Es lo que vamos dejando tras nosotros debido a la cantidad de imágenes que vamos produciendo y que, por cierto, en la actualidad parecen ser mas visionadas por algoritmos que por personas. Los algoritmos de Google photos o Icloud ordenan nuestras fotos de acuerdo a lugares, personas. Incluso, las versiones mas actualizadas clasifican por sujeto o objeto fotografiado.
Inicié Digital Dust cuando tuve que cambiar de celular y no sabía muy bien que hacer con mis imágenes. Supe, por un amigo, de la existencia de Google Photo, una nube gratuita y anónima. Ahí fue cuando me di cuenta de cómo mis imágenes eran analizadas y ordenadas por algoritmos muy sofisticados, no solo por metadata (lugar, fecha, tipo de cámara, etc.) sino que eran capaces de reconocer los contenidos de mis imágenes. Surgió la pregunta sobre la factibilidad de ese anonimato, ya que la aplicación podía saber todo de mí. ¿Qué es realmente lo que permanece anónimo? Los algoritmos nos transforman en patrones, nos ordenan y clasifican, cuando antes, éramos nosotros mismos los que nos dábamos el trabajo de ordenar y archivas nuestras imágenes. Decidí entonces ser yo misma un algoritmo y observar mis propios patrones fotográficos. Decidí que partes dejaba -o no- de las imágenes. Digital Dust es una serie de 12 trabajos, cada uno corresponde a un mes de mi vida (lo exhibido en Die Ecke corresponde a noviembre 2017). En estas franjas el espectador puede ver y al mismo tiempo no ver, imágenes de ese período de mi vida; son algo así como un autorretrato que muestran mis intereses y comportamientos en vez de poner mi retrato literalmente.
En la exhibición también hay una instalación de retratos fotográficos en blanco y negro compradas en una feria. Los retratados están ocultos tras una capa de pintura negra, transformándolos a su vez en composiciones abstractas y geométricas. Estas imágenes de desconocidos que terminaron vendiéndose en una feria de antigüedades devienen una segunda vez seres anónimos y individuos sin historia personal a través de las formas geométricas y abstractas de mi trabajo.
N.G. Bueno, hablábamos al inicio que es más fácil intervenir imágenes cuando hay distancia. Boltanski dice: “uno muere dos veces, cuando se muere y cuando ya nadie te reconoce en la foto”. ¿Te gustaría para finalizar, mencionarme algo que te parezca característico de tu forma de trabajar?
L.L. El recorte, el collage y el trompe l’oeil son técnicas recurrentes en mi trabajo. Me parecen medios adecuados para hablar de nuestra realidad globalizada y las percepciones fragmentadas que provoca, mediadas por las pantallas de nuestros smartphones. Concebí la exhibición de Die Ecke, como una exposición pop-up (con trabajos que caben en mi maleta) haciendo también referencia a la experiencia del “mundo en tu bolsillo” que propone el teléfono celular.
Lanzamiento del libro A LA PATA COJA O poemas que me habría gustado escribir cuando estaba en la escuela primaria del poeta Jaime Quezada en Die Ecke Arte Contemporáneo
Cut Out Worlds
Santiago, Chile, 2017
Diálogo virtual entre Nathalie Goffard y Lilly Lulay
En el marco de la exposición Cut Out Worlds, Una investigación sobre infraestructuras de fotografía, de Lilly Lulay, la teórica del arte y ensayista Nathalie Goffard, realizó un diálogo virtual con la artista visual alemana.
Goffard reseña: Como punto de partida, Lilly me envió un video que forma parte de una serie que denomina moving collage. Se trata, tal como lo indica el título, de registros audiovisuales de collages realizados a modo de work-in-progress. Estos moving collages se articulan a partir de secuencias aditivas (Estambul) o sustractivas (Santiago) de diferentes capas hechas de fragmentos de fotografías de las ciudades. En el caso de Santiago, vemos como las capas acumuladas se van quitando sucesivamente de forma manual, desde el marco que contiene todas las impresiones superpuestas hasta la capa número cero. Sería algo así como un photoshop artesanal y en movimiento.
N.G. ¿De dónde sacas el material fotográfico?
L.L. Las imágenes son fruto de una colaboración ya que las fotografías son entregadas por habitantes o visitantes de una determinada ciudad, combinadas con las fotografías que yo mismo saco porque me interesa justamente tener otras visiones.
N.G. Te pregunto esto, no tanto porque me interesa el problema de la autoría, sino porque siento, que la toma de distancia con respecto a las imágenes que uno crea versus las que uno se apropia, no es exactamente igual. Cortar lo propio siempre es un ejercicio más problemático.
L.L. Sí, cuando recién empecé a trabajar con el collage trabajaba esencialmente con imágenes apropiadas, tanto digitales como compradas en ferias persas. Las imágenes del ámbito privado me interesan porque funcionan como una suerte de llave que “abre la puerta” a los recuerdos de una persona. Sin embargo, existe una tensión entre las cosas mostradas en la imagen y los recuerdos ocultos que no aparecen en ella. Cuando se toma una fotografía es para mostrar algo, pero siempre hay una discrepancia entre lo que se quiere mostrar y lo que la fotografía efectivamente muestra. Hay una especie de “inconsciente de la fotografía” en el campo de la fotografía privada y vernácula. En el video, combino fotos apropiadas y sacadas por mí, porque me interesa mostrar la ciudad desde múltiples puntos de vista. Entiendo este proyecto como un trabajo colaborativo, en el cual los demás me entregan sus propias visiones de la ciudad.
N.G. ¿Es posible aún tener múltiples puntos de vista? Pareciera, que ya todo ha sido fotografiado mil veces. Pienso, por ejemplo, en la colección de puestas de sol bajadas de Flickr de Peneloppe Umbrico o las superposiciones de fotografías de monumentos de Corinne Viannet. Al final, por alguna razón, todos sacamos las mismas fotos, y aunque hayamos visto mil veces imágenes de la Torre Eiffel, una vez ahí, la sacamos de nuevo. Parece entonces que no importa tanto la imagen, sino la experiencia misma que complementa la experiencia.
L.L. Claro eso pasa con la fotografía turística, pero aquí, yo busco más bien lugares cotidianos. Uno nunca visita los monumentos cuando habita la ciudad. Pero claro, la experiencia fotográfica parece haber colmado todos los ámbitos de la experiencia.
N.G. Pienso en las Selfies en los museos, ya ni siquiera se fotografía la obra sino “yo delante de ellas”. Ya no se vive sin fotografiar y postear. “Fotografío luego existo” todos parecemos tener una doble vida, en real y en foto.
L.L. Sí, Sherrie Tucker habla de ello, de que solo importa la huella, la certificación de que “estuve ahí”. Hoy en día vivimos en un mundo donde si algo no ha sido fotografiado y compartido, parece no existir. Lo necesitamos para confirmar nuestra presencia y lugar. Esto se vincula con el pensamiento constructivista: la realidad en sí misma no existe, somos nosotros quienes la creamos a través de nuestras experiencias e interacciones con el mundo que nos rodea. Más las personas comparten una misma información o visión sobre un determinado tema, más impacto e importancia va a tener. En las redes sociales, el impacto se traduce en la cantidad de likes o corazones.
N.G. Es lo que André Gunther llama la fotografía conversacional, hecha para ser compartida y exhibida. A propósito de esto, tu naciste en 1985, es decir que has vivido la mayor parte de tu vida con la fotografía digital. ¿Cuál es tu recuerdo y relación con la fotografía análoga?
L.L. La fotografía familiar de vacaciones cuando era pequeña. Pienso también en una fotografía en blanco y negro de mi abuela y su hermana que estaba exhibida en el living de su casa. Esa fotografía era probablemente la única fotografía que existía de la infancia de mi abuela. Las fotografías antes eran escasas en la vida de una persona y no se necesitaba registrar cada uno de los momentos de la vida. Estaban hechas para durar, incluso para sobrevivir al retratado.
N.G. De hecho, se ve en tu trabajo una reiteración de cortes limpios y formas geométricas.
L.L. Claro, tanto en mis esculturas como en mis collages, utilizo formas simples para llevar las imágenes a la abstracción, para redoblar el gesto de recorte. Mis recortes siempre siguen el contenido, las líneas y formas presentes en la imagen. Recorto las partes que me parecen menos importantes para focalizar la mirada, es algo así como re-fotografiar. Por otro lado, también me interesa la sombra, como se puede ver en las pequeñas esculturas que complementan la exposición. Quiero hablar de lo que no se ve, de las huellas que vamos dejando.
Me pregunto que es lo que pasa con todas las cuentas que creamos, en las redes sociales, nuestros e-mails, etc. ¿Qué pasa con todo eso cuando uno se muere? Planteo esta idea de residuos en el lienzo Digital Dust, es decir polvo de imágenes. Es lo que vamos dejando tras nosotros debido a la cantidad de imágenes que vamos produciendo y que, por cierto, en la actualidad parecen ser mas visionadas por algoritmos que por personas. Los algoritmos de Google photos o Icloud ordenan nuestras fotos de acuerdo a lugares, personas. Incluso, las versiones mas actualizadas clasifican por sujeto o objeto fotografiado.
Inicié Digital Dust cuando tuve que cambiar de celular y no sabía muy bien que hacer con mis imágenes. Supe, por un amigo, de la existencia de Google Photo, una nube gratuita y anónima. Ahí fue cuando me di cuenta de cómo mis imágenes eran analizadas y ordenadas por algoritmos muy sofisticados, no solo por metadata (lugar, fecha, tipo de cámara, etc.) sino que eran capaces de reconocer los contenidos de mis imágenes. Surgió la pregunta sobre la factibilidad de ese anonimato, ya que la aplicación podía saber todo de mí. ¿Qué es realmente lo que permanece anónimo? Los algoritmos nos transforman en patrones, nos ordenan y clasifican, cuando antes, éramos nosotros mismos los que nos dábamos el trabajo de ordenar y archivas nuestras imágenes. Decidí entonces ser yo misma un algoritmo y observar mis propios patrones fotográficos. Decidí que partes dejaba -o no- de las imágenes. Digital Dust es una serie de 12 trabajos, cada uno corresponde a un mes de mi vida (lo exhibido en Die Ecke corresponde a noviembre 2017). En estas franjas el espectador puede ver y al mismo tiempo no ver, imágenes de ese período de mi vida; son algo así como un autorretrato que muestran mis intereses y comportamientos en vez de poner mi retrato literalmente.
En la exhibición también hay una instalación de retratos fotográficos en blanco y negro compradas en una feria. Los retratados están ocultos tras una capa de pintura negra, transformándolos a su vez en composiciones abstractas y geométricas. Estas imágenes de desconocidos que terminaron vendiéndose en una feria de antigüedades devienen una segunda vez seres anónimos y individuos sin historia personal a través de las formas geométricas y abstractas de mi trabajo.
N.G. Bueno, hablábamos al inicio que es más fácil intervenir imágenes cuando hay distancia. Boltanski dice: “uno muere dos veces, cuando se muere y cuando ya nadie te reconoce en la foto”. ¿Te gustaría para finalizar, mencionarme algo que te parezca característico de tu forma de trabajar?
L.L. El recorte, el collage y el trompe l’oeil son técnicas recurrentes en mi trabajo. Me parecen medios adecuados para hablar de nuestra realidad globalizada y las percepciones fragmentadas que provoca, mediadas por las pantallas de nuestros smartphones. Concebí la exhibición de Die Ecke, como una exposición pop-up (con trabajos que caben en mi maleta) haciendo también referencia a la experiencia del “mundo en tu bolsillo” que propone el teléfono celular.
Nathalie Goffard
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Santiago, Chile, 2021
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